20150925

Oscuras Nubes

"Muchos veces se oscurecen los cielos a lo largo de nuestra vida. Me gusta pensar que la resiliencia nos acompaña siempre. esa capacidad que tenemos de resistir y reponernos a cualquier situación adversa."
Samarcanda.


Oscuras Nubes 


A punto de estallar, fiero

tiembla un vaso vacilante

desafiante…

me reta

mientras rezo yo mi credo.

Cuantas veces he vivido

estas tormentas de cieno

siempre seré quien decido

por lejos…

que quede el cielo.

La herida sangra obstinada

dispuesta a ser mi condena

no me amilana

esta pena

no me detiene este embate.

Las negras nubes

de siempre

intentaran detenerme

y yo no pienso romperme

para atrás…

no doy ni un paso.

Invicta me conociste

y así seguiré camino

no me daré por vencida

que espere quieta la muerte.

La victoria está conmigo

esta es mi suerte…

mi sino.



©Ángeles Platas.
Safe Creative #1208080659685

20150918

Yo te prometo...

"Hay quien olvida continuamente las promesas, mientras que otros aun siendo muy difíciles de mantener jamás las romperían. Por encima de todo está el cariño y la lealtad...Complicado dilema en ocasiones"
Samarcanda
Imagen: Amandine Van Ray

YO TE PROMETO...
Ella era la niña de sus ojos, lo que más quería en el mundo y así se lo demostraba a diario. El cariño era el mismo en ambas direcciones. A los dos les encantaba salir a pasear entre rosales y buganvilias que circundaban su casa blanca, pisando la tierra, sintiéndola bajo sus sandalias. Disfrutaban más aun cuando era la arena fina de la playa la que se enredaba en sus pies descalzos. El sabor a sal, a vida, les recorría el cuerpo y en su pequeño velero aprendieron a amar aquellas celestes aguas.
Entonces llegó la enfermedad de Celia, leve en sus inicios, pero poco a poco fue ganando espacio y evidencia. Ella seguía derrochando cariño y mimos a su Luis, mientras él se convertía en sus manos y sus pies. Su máxima aspiración fue siempre deambular por esta vida juntos, tal como hacían.
Por desgracia no hubo tregua, el tiempo con avidez les avocó a un camino tortuoso, negándoles deseos y sueños que antes eran regalos, Celia no era la misma, apenas podía ya salir de casa. Luis masajeaba con aceite de romero sus malogradas piernas, las besaba con amor mientras ella, con una solicita sonrisa le arremolinaba el cabello. Postrada ya en su cama, Luis quiso acercarle la playa a casa. El agua de mar y la arena blanca siguieron siendo compañeras en aquellas horas bajas. Hizo tirar el muro de la habitación para que desde el enorme mirador, disfrutara con el sonido de las olas estallando.
Aquella tarde supo que no quedaba mucho tiempo. Luis tomó en brazos a Celia y la trasladó hasta La Dulce Mar, el velero, su amada sonrió sin fuerzas, pero complacida. Con una pequeña presión en la mano de su compañero, le hizo saber lo feliz que se sentía en ese último viaje. La luna llorosa quiso ser testigo también, atenuando su luz. Por fin Celía soltó su mano y la vida partió. 
El momento temido llegaba, Luis sabía muy bien que tenía que hacer, mil veces le había prometido que nunca la abandonaría...Y él siempre cumplía sus promesas.

©Samarcanda Cuentos-Ángeles.
Safe Creative #1208080659685

20150904

Melodía de un Adiós

"La mente puede ser un arma muy poderosa, el deseo se alía con los sueños.  Y es cuando la realidad y la fantasía se confunden..."
Samarcanda


MELODÍA DE UN ADIÓS
Cuando él llegó a mi vida, su presencia me obnubiló por completo confundiendo sentimientos, demasiadas sensaciones que se agolparon en un imperceptible instante. Una mirada suya fue suficiente para hacer tambalear el que hasta entonces había sido mi universo y caí sin remedio en sus brazos. Esa fue mi perdición. 
Quise creerle, deseé que la dulzura de su voz me acariciara, y a pesar de lo efímero de las promesas, me aferré a cada una de las suyas con estúpido empeño. Sin esperarlo siquiera se convirtió en ese navío, que con decisión, me transportaba, su embaucador vaivén me impelía ya con fuerza —me dejé llevar—. De ninguna manera deseaba negarme a esa ola embravecida que con furia me arrastraba. Fue mi sueño, no iba ser yo quien escapara de su embrujo. Su amable semblante era todo cuanto necesitaba para confiar —y confié—. Y entonces supe que ya no había vuelta atrás…
Mis peores temores se hicieron realidad cuando el día se hizo noche. El que creía mi amor se alejó con un frío adiós, sellando así mi destino. Con pueril locura, mis manos quisieron aferrarse a una ilusa esperanza que seguía meciéndose entre sueños, retazos de ilusión, que se iban marchitando en un espacio maldito. 
El que fuera mi trébol de cuatro hojas, aquel que la diosa fortuna me regaló generosa, ahora me deshojaba para siempre.
-Debí intuirlo —dejé escapar en un suspiro— Sí, debí imaginar que culminarías tu traición en este tornasolado escenario que inventaste para mí.

Con tristeza cerré la puerta de la que fue nuestra alcoba, arrojando la llave de mi corazón al océano de mis lágrimas. Ya no había nada que esperar, nada que desear.... La nada más absoluta lo inundaba todo.

©Ángeles Platas.


Safe Creative #1208080659685