Samarcanda.
20210310
Desocupando Sentimientos
Samarcanda.
20191204
Eterna Contradicción
ETERNA CONTRADICCIÓN
Así sigo como una estúpida esperando el milagro, así llevo un par de
meses sin darme la oportunidad de cerrar esta puerta, soy una absurda niñata
incapaz de crecer. No, no es la primera vez que me hacen daño -aunque amoratado- mi corazón sigue latiendo dentro y oponiendo una resistencia feroz, pero siempre, fiel a su dueña.
Fabio
era un increíble italiano, de Nápoles para más señas, con una persuasiva mirada
herencia materna que me embelesó en cuanto lo vi –lo reconozco-. Durante un
inolvidable año todo fue increíble, destilábamos felicidad por cada poro
sabedores de la envidia que despertábamos entre amigos y conocidos, pero igual que apareció, un mal
día desapareció sin dejar rastro, me quedé entonces atrapada en un
despiadado caleidoscopio, donde en cada de uno sus pequeños cristales parecía
detenerse el tiempo, para mi desgracia sus colores volaron también, mi mundo se
tornó entonces gris noctambulo y cuando la noche de insomnio asaltó mi
espacio, yo aprendí a vivir a
deshoras.
Seguí
esperando que la vida me devolviera el cielo, que mis tripas y mi alma dejaran
de actuar como un cobarde ventrílocuo que arranca lamentos a las entrañas. El
silencio ensordeció en cada esquina y pensar en él me llevó al límite de mis
fuerzas. Un sudor helado me invade ahora por completo, tentada a poner fin a tanta
tortura. Y es que sigue siendo una obsesión que se apodera de mis deseos más
íntimos, como un puñal de fina hoja que se va clavando en mi pecho en cada
loco pensamiento que me asalta. Sigue faltándome, esa es mi realidad e intento ignorar el tiempo que inexorable transcurre en vano. La certeza de que no está me
devora, quisiera dejar de añorar su recuerdo, no seguir tocando extremos en
esta contradicción traviesa, donde igual ardo en deseos de besar sus ojos, como
de arrancárselos de cuajo. –lo juro– Es arrolladora esta rabia contenida que
me obnubila. El tiempo ha seguido su curso y yo me he mantenido inamovible en
mis deseos por mucho que se eterniza este intento de no sucumbir a la locura.
Cierro los ojos, respiro y sigo adelante
como siempre, no me queda otra…
Hoy sin embargo –no me pregunto el porqué– el milagro se ha hecho, del mismo modo
que se esfumó, en un instante ha retornado la luz –ha vuelto–. La
esperanza sigue fiel a mis contradicciones y a punto de darme por vencida, mi
perpetúa demencia y su sonrisa lo inunda todo. No sé porque regresó –ni
porque se fue tampoco– nada pienso preguntar, ni reclamarle. ¿Para qué? A pesar del dolor vivido no le pediré que se marche, siempre fui una contradicción y él mi debilidad, aun sabiendo que es
muy posible que cualquier mal día la historia se vuelva a repetir y aun así no le voy a
reprochar nada… Solo quiero vivir lo que la vida me ofrezca, porque como
siempre él me decía…
–Carpe Diem!!
©Samarcanda Cuentos.-Ángeles Platas.
20160218
Más Allá de tu Espacio
Prendida del Abismo
Me ahogo en el silencio de tu
ausencia
ya sin aire que insuflar a mis
pulmones
obstinada, buscaré por los
rincones
tu silueta, tu olor…
y tu presencia.
Me columpio en los hilos que tu
mueves
soy consciente…
no reniego del engaño.
Permitiendo que esta ansia me
devore
sin poder sentir por ti ningún
desprecio.
Y aquí sigo aferrada a la
indolencia
que me mata…
que me deja en el pellejo.
Obstinada, aguardando tu retorno
sigo fiel, a lo que veo en el
espejo.
Rendiré pleitesía a mis temores
que me agotan, me acogotan
y silencian mi garganta.
Sí, aquí sigo…
obstinada en la locura
imposible ocultar mi fiel deseo
la demencia, la pasión que me
tortura
que me lleva a perderte y
olvidarme
que tu amor…
será siempre, desventura.
No consigo resistirme a este fuego
que me tienta a colgarme de una
soga
noche eterna, me precipita y ahoga
al vacío insondable de no amarte.
20151201
Disfrazada de Vacíos
Disfrazada de Niñez
Huecos son los recuerdos
lívida, esta alma que no cede
el tiempo pasa
pesa indolente…
La niña no crece
no quiere…
El miedo manda, inflexible
armadura de duelos
me refugio en su interior
un hueco
que también es mío
y no disfraza el dolor.
No quiero que me descubran
ilusa, me escondo ahora
tras este mundo perverso
juegos de infancia perdida…
Perdidos, me están gritando.
Certera intuición me avisa
de una flecha que me apunta
a lo lejos se divisa
¡Qué necia! Le doy la espalda
Quiero mis sueños pueriles
no renuncio a la ilusión
de un corazón que palpita.
La niña se queda dentro
yo me cobijo en sus alas
no quiero salir al mundo.
20151116
ERES ÚNICA
Él siempre me sonreía con todo su amor y acariciando mi carita, añadía:
–¿Qué más se puede pedir, querida? Un bello nombre
para una bella princesa.
El que así hablaba era mi abuelo, estaba claro que
siempre me vería la más bonita la más lista, la mejor de todas. Sin embargo a mí sus palabras en
esos momentos de “duda existencial” me valía de muy poco. Solo sentía
que mi vida era un drama…
Y es que era yo entonces una niña de apenas once años
enfadada con el mundo y conmigo misma. A esa edad puede parecer que pocas cosas
te afectan, pero tenía una pena, –bueno, unas cuantas– mis trenzas color
panocha, mis infinitas pecas y esa delgadez que la naturaleza me había
regalado, pero sobre todo mi baja estatura, que me tenía muy preocupada. No,
definitivamente no estaba contenta. Mi madre siempre me decía que le diera
tiempo al tiempo, pero mi desasosiego no cesaba, me miraba al espejo y seguía
sin encontrar en aquel rostro un detalle que me recordara a Sandy, la reina de
la clase. Rubia y esbelta –un poco engreída, eso sí– pero traía a los chavales de cabeza, a los
de nuestra clase y a los más mayorcitos, también. Estaba claro que yo siempre
sería invisible para ellos y seguía convencida que no destacaba por nada.
Cuando le hacía participe a mi madre de mi congoja, esta siempre me espetaba la
consabida palabrita: Paciencia. Entonces no entendía… Aquella tarde me sorprendió mamá subida en
sus sandalias de charol negro de veinte centímetros, a punto de precipitarme contra
el suelo, intentando conseguir la altura ansiada.
–Te vas a hacer daño Dunia –me sonrió– ese no es el camino, cariño. Y es que por mucho que el gallo se
calce unos zancos, no se convertirá en rosado flamenco… Y sabes querida, puede
que ni siquiera sea necesario. Ven, te voy a contar una bonita historia y
así lo entenderás.
Sacó entonces del cajón un viejo libro de cuentos y
se interesó por uno en concreto. “Intentaré ser Freesia” de Jorge Bucay. Al
finalizar su lectura –añadió:
-No hay posibilidad de ser quien no somos, si
luchas contra eso nunca serás feliz. Lo maravilloso de la vida es ser tú,
alguien único y especial.
El tiempo dio la razón a mama, aunque eso no lo
supe en ese momento… si no mucho después. Y no solo me convertí en la hermosa
princesa que tanto presagiaban mi abuelo y mi madre, sino que hoy me encuentro
aquí leyendo aquel mismo libro a mi hija Wendolin que dramatiza con su joven
desdicha. Mínima ahora para mi… Enorme para ella.