Enfáticos
periodos, repletos de zozobras,
demonios furtivos, bajo encrespados repliegues,
ocultos
en lo más profundo
a la
espera de no ser encontrados.
Pero
ahí están, acechando,
asiéndose
a tu garganta,
apretando
tu yugular con su pulgar asesino.
Abrirse
las carnes y brotar tu orgullo…
¡Todo
es uno! Y al mismo tiempo,
a
través de las venas ajadas
serpentea
el rojo fuego de tu sangre,
queriéndose
abrir camino a la fuerza…
¡Ya sin
fuerzas!
Me
ahogo en el intento de respirar,
anhelando
avanzar en el camino,
solo
soy un cuerpo quebrado,
un alma
finiquitada.
La mano
que ahoga, no cede,
el aire
no llega.
Se ha
cerrado mi espacio
como
una tumba maldita,
todo lo
que era mío, no existe,
me
arrastro por las alcantarillas,
huele a
podredumbre y muerte.
Finalmente
expuesta… Derrotada.
Yo seguiré
sin arrojo,
atravesando
sumideros obscuros,
por los
que ya fluye a voluntad… el miedo.
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