"Los pequeños detalles son los que construyen y mantienen un gran amor, por mucho que a
menudo la vida se obstine en ponernos trabas. Podrá durar eternamente si se mima y
cultiva con intensidad."
menudo la vida se obstine en ponernos trabas. Podrá durar eternamente si se mima y
cultiva con intensidad."
Samarcanda.
VIAJE A LA FELICIDAD
Entre las miles de luces que iluminaban la
noche, allí en el fondo, sobresalía majestuosa la silueta inconfundible de la
Torre Eiffel.
-¿Cuántos
recuerdo verdad, Irene? Acertó a decir Fermín en un susurro.
Nunca
habían faltado a esa cita ineludible, allí se conocieron y hasta allí viajaban
para celebrar cada uno de sus aniversarios. Ni siquiera el año que nació Celia
o Hugo renunciaron a volver a esa misma habitación de hotel con sus paredes
color caramelo y sus muebles decapados en blanco roto. Veinte años después
seguía en el mismo estado. En cada ocasión urdían sus pequeños planes por
separado para darse el uno al otro la sorpresa inesperada que hiciera de cada
encuentro algo único. Y del mismo modo, en cuanto retornaban a sus rutinas
diarias empezaban a organizar el próximo viaje con la misma agitación. París
era el símbolo mismo de su eterna felicidad, que ambos fomentaban con un
entusiasmo continuo.
Un año
más, allí estaban de nuevo, removiendo emociones y recuerdos, quizá más que
nunca era un aniversario diferente, más de lo que hubieran deseado ambos. El
destino había dejado a un lado sus planes para elegir él mismo el escenario.
Llovía, Fermín miró a través del cristal húmedo, sin saber exactamente si era
solo por el rezumar de las lánguidas gotas de aquel gélido enero o por su
propio dolor.
-Mi última
visita a Paris, querida. -dijo al fin mientras se aferraba con rabia a la
soledad del retrato de Irene.
©Samarcanda Cuentos-Ángeles.