"La mente puede ser un
arma muy poderosa, el deseo se alía con los sueños. Y es cuando la realidad y la fantasía se
confunden..."
Samarcanda
MELODÍA DE UN ADIÓS
Cuando él llegó a mi vida, me obnubilo por completo confundiendo
sentimientos, demasiadas sensaciones agolpadas en un imperceptible instante.
Una mirada fue suficiente para hacer tambalear el que hasta entonces era mi
universo. Desplegó su encanto y sus palabras, nunca escuchadas antes y fueron mi
ruina...
Quise creerle –necesité creerle–. A pesar de lo efímero de las
promesas, me aferré a cada una de las suyas con estúpido empeño. Él se había
convertido en esa suave brisa que con embaucadora musicalidad me acarició el alma.
Así lo sentía, así lo viví entonces. No quise negarme a surcar esa ola
embravecida que se empeñaba en recorrer mis venas. Era mi sueño y no iba a ser
yo quien escapara de su encuentro. Su amable semblante, su ternura, fue todo
cuanto necesitaba para confiar –y confié–. No hubo vuelta atrás…
El temor se hizo realidad y de repente la noche se hizo,
inmensa, atenazadora. Comprendí que con su adiós, rubricaba en mi piel el
incierto destino que me aguardaba. Allí estaba yo, desgajada como una escuálida
margarita a la que no le quedaba color, ni fuerza, Mis manos quisieron entonces
aferrarse a una fútil esperanza, pero los retazos de sueños estaban ya
marchitos. El que fuera mi trébol de cuatro hojas, aquel que la diosa fortuna
me enviara, ese mismo, me deshojaba para siempre.
–Debí intuirlo –me lamenté– debí imaginar que construirías tu
traición en este tornasolado escenario que inventaste para mí.
Cerré por fin la puerta de la que fue nuestra alcoba, arrojando
su llave al océano de mis lágrimas. Ya no había nada que esperar, nada que
desear. De repente, la nada más aterradora lo inundó todo...
©Ángeles Platas - Samarcanda Cuentos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario