"Hay quien olvida continuamente las promesas, mientras que otros aun siendo muy difíciles de mantener jamás las romperían. Por encima de todo está el cariño y la lealtad...Complicado dilema en ocasiones"
Samarcanda
YO TE PROMETO...
Ella
era la niña de sus ojos, lo que más quería en el mundo y así se lo demostraba a
diario. El cariño era el mismo en ambas direcciones. A los dos les encantaba
salir a pasear entre rosales y buganvilias que circundaban su casa blanca,
pisando la tierra, sintiéndola bajo sus sandalias. Disfrutaban más aun cuando
era la arena fina de la playa la que se enredaba
en sus pies descalzos. El sabor a sal, a vida, les recorría el cuerpo y en su
pequeño velero aprendieron a amar aquellas celestes aguas.
Entonces llegó la enfermedad de Celia, leve en sus
inicios, pero poco a poco fue ganando espacio y evidencia. Ella seguía
derrochando cariño y mimos a su Luis, mientras él se convertía en sus manos y sus pies. Su máxima aspiración fue siempre deambular por esta vida juntos,
tal como hacían.
Por desgracia no hubo tregua, el tiempo con avidez
les avocó a un camino tortuoso, negándoles deseos y sueños que antes eran
regalos, Celia no era la misma, apenas podía ya salir de casa. Luis masajeaba
con aceite de romero sus malogradas piernas, las besaba con amor mientras ella,
con una solicita sonrisa le arremolinaba el cabello. Postrada ya en su cama,
Luis quiso acercarle la playa a casa. El agua de mar y la arena blanca
siguieron siendo compañeras en aquellas horas bajas. Hizo tirar el muro de la
habitación para que desde el enorme mirador, disfrutara con el sonido de las
olas estallando.
Aquella tarde supo que no quedaba mucho tiempo.
Luis tomó en brazos a Celia y la trasladó hasta La Dulce Mar, el velero, su
amada sonrió sin fuerzas, pero complacida. Con una pequeña presión en la mano de
su compañero, le hizo saber lo feliz que se sentía en ese último viaje. La luna
llorosa quiso ser testigo también, atenuando su luz. Por fin Celía soltó su
mano y la vida partió.
El momento temido llegaba, Luis sabía muy bien que
tenía que hacer, mil veces le había prometido que nunca la abandonaría...Y él
siempre cumplía sus promesas.
©Samarcanda Cuentos-Ángeles.