"La confianza es una senda esquiva y muchas veces zigzagueante, pero si eres capaz de serle fiel y continuar en el camino sin desistir, puede que llegues a ese destino de nombre Esperanza."
Samarcanda.
ESPERADA ESPERANZA
Es una nueva huida de sí
mismo, una de tantas que le permite por un tiempo sentirse libre, lo más libre
que puede en sus circunstancias. Aun así sabe que es una fuga a ninguna parte,
de la que siempre debe regresar.
No recuerda a sus padres,
ni siquiera cuantos otros han intentado serlo durante sus doce años de
existencia… Y de nuevo está allí, en aquel parque al que siempre le arrastran los
pies cuando una nueva casa de acogida le espolea. No, no hay maltrato, pero
cuando percibe ese infinito vacío, cuando ese frágil espacio intenta atraparle
por enésima vez, se adueña de él la rabia y el deseo de no ceder a un mundo que
nunca le abriga, ni le consuela.
Es entonces cuando se
sienta en su banco preferido, mirando distraído al suelo, en un vano intento de
traspasarlo, de alcanzar el otro lado del desencanto…
–A ti también te gusta venir aquí ¿verdad muchacho?
Este es mi banco –de su letargo le saca una
dulce voz que acaricia sus oídos–. Es mi nombre, fui yo quien se lo puso y quien hizo esta inscripción.
Tobby levanta la cabeza y
pasa delicadamente las yemas de sus dedos por la palabra impresa: “ESPERANZA”,
un nombre que grabado en la madera y oscurecido por el tiempo, le atrajo la
primera vez. Y sigue siendo allí donde regresa siempre, como si un imán le
poseyera.
Ella, continúa hablando sin
apenas esperar respuesta.
–Quiero compartirlo contigo… ahora será nuestro
lugar especial. ¿Te apetece? Dime querido ¿A qué me estabas buscando? Yo
también a ti –con mucha complicidad y una amplia sonrisa, le susurra la mujer.
El chaval sonríe y los dos comienzan a hablar como si ya se conocieran, igual
que si sus respectivas historias fueran una sola que ahora, se entrelaza
mágicamente. Él le cuenta a Esperanza como siempre intentó encontrar una
inconfundible señal que le hiciera sentirse por primera vez en casa. Y ella,
"La bella" –como acaba de bautizarla Tobby– recuerda el inmenso sufrimiento vivido desde
que perdiera a su joven hijo.
La tarde se ha difuminado perezosa
y las horas parecen no tener fin. Ellos se toman de la mano, sintiendo como una
idéntica e invisible corriente les une. Tobby cae en la cuenta que por primera
vez, alguien le necesita tanto, como él. Necesidad mezclada de cariño y
comprensión que reconocen al instante… Que les recorre a ambos. Y tras esos deseos que
hablan de futuro, nace una gran oportunidad que les abre un camino nuevo, tanto
tiempo esperado… Pero sobre todo, juntos.
©Samarcanda
Cuentos-Ángeles.
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