"Cuando lo que esperabas del Amor, no es mentira, engaño, ni traición. ¡Menuda Decepción!"
(Juli Wallace)
UN DÍA “CASI” PERFECTO (Cuento Corto)
Me miró, le miré y un estremecimiento recorrió mi cuerpo. En la estación de metro esperando mi matinal transporte, todo era rutina…Menos él. El enigmático desconocido se paró a mi lado, charlamos apenas unos minutos, un par de frases pueriles y absurdas nos acercaron un poco más. La línea de lo correcto para esos casos empezaba a quedar lejos. Piropos, miradas, el leve roce de sus tibios dedos en mi cara y una mínima caricia en la cintura ¡Casi no me atrevía a respirar!…Su parada llegó sin estar preparada. Justo antes de separarnos, él dejó caer distraídamente un papel en mi mano.
-! Llámame! -Me dijo mientras se alejaba con paso ligero.
Un teléfono y un nombre era el escueto contenido de la tarjeta. ¡Carlos! -susurré-. El papelito casi quemaba en mi mano, así que decidí llamarle cuanto antes. Quedamos esa misma noche, mi impaciencia no tenía límites, mi incredulidad tampoco. Quise imaginar mil veces nuestro encuentro, en cada una de las versiones aumentaba mi deseo y mis expectativas. El tiempo jugaba conmigo, deseaba con ansia que llegara el momento de volver a vernos.
Fueron dos hombres los que aparecieron delante de mis ojos al abrir la puerta, uno en efecto era Carlos ¿Y el otro? Mi cara minutos antes sobrepasada por la emoción, era ahora todo un poema. El desconcierto me había dejado cara de boba y me costaba reaccionar ante las nauseas que amenazaban el momento.
-Hola Vero, me he tomado la libertad de traerme a Marcos, es mi mejor amigo y ya que hemos quedado con Mery en el restaurante...! Espero que no te importe!
Me había soltado la perorata de corrido, sin esperar ni una palabra por mi parte. Se le notaba incomodo ¿A qué venía entonces todo ese alarde de seducción barata que había desplegado horas antes? ¿Era acaso de esos mequetrefes que sólo tienen apariencia y necesitan de un amigo para suplir su falta de personalidad? En ese momento, la verdad es que no me interesaba lo más mínimo descubrirlo. Una excusa apresurada fue lo único que se me ocurrió. Deseaba desaparecer, que nadie notará como la rabia con febril insistencia empezaba a apoderarse de mí.
-Claro, claro, lo pasaremos muy bien. ¿Me esperáis aquí un segundito? Voy a buscar las llaves -acerté a decir atropelladamente.
¿Y para eso tanto rollo?¡Será cafre el tío! ¡El mundo está lleno de cretinos! -decidí- Es una pena descubrir que nuestra idea de cita distaba tanto. ¡Bua! Todas mis ilusiones se acaban de ir al garete.
Recordé con una mueca burlona cual fue en realidad mi primer pensamiento al ver aparecer los dos hombres en mi puerta. En milésimas de segundos se paseo por mi mente una osada escena, sin duda subidita de tono, en la que había tres protagonistas. Visto, lo visto -pensé- ¡Al menos hubiera sido más emocionante!
Volví con aire desenfadado, luciendo una hipócrita sonrisa, al tiempo que lanzaba las llaves al aire con gesto teatral.
-¡Las tengo chicos!… ¡La noche nos espera!
© Samarcanda - Ángeles
(Juli Wallace)
UN DÍA “CASI” PERFECTO (Cuento Corto)
Me miró, le miré y un estremecimiento recorrió mi cuerpo. En la estación de metro esperando mi matinal transporte, todo era rutina…Menos él. El enigmático desconocido se paró a mi lado, charlamos apenas unos minutos, un par de frases pueriles y absurdas nos acercaron un poco más. La línea de lo correcto para esos casos empezaba a quedar lejos. Piropos, miradas, el leve roce de sus tibios dedos en mi cara y una mínima caricia en la cintura ¡Casi no me atrevía a respirar!…Su parada llegó sin estar preparada. Justo antes de separarnos, él dejó caer distraídamente un papel en mi mano.
-! Llámame! -Me dijo mientras se alejaba con paso ligero.
Un teléfono y un nombre era el escueto contenido de la tarjeta. ¡Carlos! -susurré-. El papelito casi quemaba en mi mano, así que decidí llamarle cuanto antes. Quedamos esa misma noche, mi impaciencia no tenía límites, mi incredulidad tampoco. Quise imaginar mil veces nuestro encuentro, en cada una de las versiones aumentaba mi deseo y mis expectativas. El tiempo jugaba conmigo, deseaba con ansia que llegara el momento de volver a vernos.
Fueron dos hombres los que aparecieron delante de mis ojos al abrir la puerta, uno en efecto era Carlos ¿Y el otro? Mi cara minutos antes sobrepasada por la emoción, era ahora todo un poema. El desconcierto me había dejado cara de boba y me costaba reaccionar ante las nauseas que amenazaban el momento.
-Hola Vero, me he tomado la libertad de traerme a Marcos, es mi mejor amigo y ya que hemos quedado con Mery en el restaurante...! Espero que no te importe!
Me había soltado la perorata de corrido, sin esperar ni una palabra por mi parte. Se le notaba incomodo ¿A qué venía entonces todo ese alarde de seducción barata que había desplegado horas antes? ¿Era acaso de esos mequetrefes que sólo tienen apariencia y necesitan de un amigo para suplir su falta de personalidad? En ese momento, la verdad es que no me interesaba lo más mínimo descubrirlo. Una excusa apresurada fue lo único que se me ocurrió. Deseaba desaparecer, que nadie notará como la rabia con febril insistencia empezaba a apoderarse de mí.
-Claro, claro, lo pasaremos muy bien. ¿Me esperáis aquí un segundito? Voy a buscar las llaves -acerté a decir atropelladamente.
¿Y para eso tanto rollo?¡Será cafre el tío! ¡El mundo está lleno de cretinos! -decidí- Es una pena descubrir que nuestra idea de cita distaba tanto. ¡Bua! Todas mis ilusiones se acaban de ir al garete.
Recordé con una mueca burlona cual fue en realidad mi primer pensamiento al ver aparecer los dos hombres en mi puerta. En milésimas de segundos se paseo por mi mente una osada escena, sin duda subidita de tono, en la que había tres protagonistas. Visto, lo visto -pensé- ¡Al menos hubiera sido más emocionante!
Volví con aire desenfadado, luciendo una hipócrita sonrisa, al tiempo que lanzaba las llaves al aire con gesto teatral.
-¡Las tengo chicos!… ¡La noche nos espera!
© Samarcanda - Ángeles
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