<<A
veces el amor se convierte en ceniza, puede parecer un suceso inesperado, sin
embargo si rascas un poco, es posible que hayas intentado obviar ese camino
imparable cuesta abajo, que estaba ahí… mucho antes.>>
Samarcanda.
DOLOROSA SENTENCIA
<<A veces el amor se convierte en ceniza, puede parecer un suceso inesperado, sin embargo si rascas un poco, es posible que hayas intentado obviar ese camino imparable cuesta abajo, que estaba ahí… mucho antes.>>
La muerte se colaba entre cada uno de los eternos suspiros, los que ambos emitían entrecortadamente, ahogados, no por ello menos abrumadores. El olor a fatalidad ganaba espacio y el peso del desconsuelo era mayor a cada instante. Lucía y Julio se miraron de soslayo, sucumbiendo a la certeza de que ya no les quedaba nada que compartir. Esa evidencia le produjo a ella un enorme boquete en mitad del alma, mientras su cuerpo se negaba sentir absolutamente nada.
El inmenso amor que les había unido durante quince años, yacía inerte ante ellos, entregado al fin a un destino que no tenía regreso. Nada podía devolver el esplendor a un sentimiento extinto e impávido. Mientras Julio entretenía su pensamiento con imágenes diluidas de tiempos pasados... tiempos de felicidad que ya eran ceniza, donde ni los rescoldos serían capaces de avivar aquel fuego.
Durante los dos últimos años ambos intentaron sin éxito insuflarle oxigeno a ese amor, hacerle el boca a boca para mantener sus constantes vitales. Inútil intento. Por mucho que los deseos de los dos se correspondían, en ocasiones la díscola vida toma caminos ajenos a los que unos dolientes enamorados imaginaron.
Así que allí estaban ellos, el uno frente al otro, sin ser capaces de hilvanar una frase con sentido, sin conseguir que la elocuencia de antaño ganara terreno a la indiferencia que amenazaba con abrirse como una helada tumba y engullirlos. De nada sirvieron los buenos recuerdos que endulzaron tantos años, la ternura desbordada que les inundó en un tiempo. La suerte estaba echada para los dos amantes. La sentencia les encontró desarmados, abocándolos en instantes a su cruel realidad. Nada resultó ser tratamiento efectivo a una enfermedad ya sentenciada. El final llegó inapelable y su amor cayó allí mismo... muerto.